Durante más de medio siglo el país esperó por una solución al problema de movilidad más grande en la topografía colombiana, que es el paso de la cordillera central entre Calarcá y Cajamarca, en donde se encuentra el ascenso al alto de La Línea.
Esta vía se convirtió por décadas en el gran cuello de botella de los vehículos, en especial los de carga pesada que circulan entre el puerto de Buenaventura y el centro del país, llegando a Bogotá.
Un gran reto por las condiciones del terreno, las dificultades de circulación y el alto índice de accidentes en la vía, que se resolvió con una gran obra de ingeniería, el proyecto: Cruce de la Cordillera Central.
Una mega obra con 25 túneles, 25 viaductos y 27 kilómetros de doble calzada, que tiene como desarrollo insignia el túnel de La Línea. Son 8,6 kilómetros que lo convierten en el túnel vial más largo de Latinoamérica, con 12,5 metros de ancho, dos carriles de operación y un tercero de emergencia.
“El túnel de La Línea es un ícono de la infraestructura colombiana, un proyecto que ha sido soñado por muchas personas desde hace más de un siglo, es un privilegio”, asegura Julio César Villota, director de construcción del túnel de La Línea.
Una obra llena de obstáculos
La historia del túnel se remonta a 1.950, cuando se planteó por primera vez la necesidad de realizarlo. Esta idea se revivió en 1.985 y se iniciaron estudios de factibilidad, pero sólo en 1.998 se contrató la construcción del túnel de emergencia, el punto de partida de la obra que hoy se entrega.
Han sido más de dos décadas en las que esta obra enfrentó grandes dificultades, sobre todo por las características del macizo. En la excavación se identificaron ocho fallas geológicas entre ellas la falla de La Soledad, considerada una de las más grandes del mundo.
“Es una falla que ofrece unas condiciones muy complejas, dada la cobertura que tiene de un kilómetro al interior del túnel, adicionalmente una deformación del macizo bastante importante que ofrece para la vida futura del túnel unas condiciones severas si no son atendidas con ingeniería y desarrollo de procesos constructivos altamente eficientes, que permitan advertir todos los movimientos que el macizo podría tener”, asegura Villota.
Es por eso que la obra que se entrega cuenta con la más avanzada tecnología para monitorear permanentemente estas fallas y prever cualquier alteración de las mismas.
Concreto justo a tiempo
Sin embargo, uno de los actores principales en la mitigación de estas fallas geológicas fue el concreto lanzado y allí Argos asumió la responsabilidad del suministro, para lo que fue fundamental el soporte técnico y la entrega en los tiempos indicados.
“Debimos ajustar las mezclas de tal manera que cumplieran con la necesidad que tenía el constructor en cada uno de los momentos de la obra, para atacar cada una de las fallas”, comenta César Salazar, gerente regional del negocio industrial para la zona suroccidente de Argos.
Para los constructores la estabilización de las fallas se logró porque tuvieron la capacidad para instalar concretos lanzados a medida que se avanzó en la excavación. Así aseguraron lo construido con un concreto de gran resistencia y rápido fraguado.
En total este proyecto exigió el suministro de cerca de 690.000 metros cúbicos de concreto, para lo que fue necesario la instalación de plantas móviles al interior de la obra. “Contamos con plantas muy cercanas a los diferentes frentes de trabajo, como planta Galicia que atendió todas las obras del sector del Quindío, y planta Bermellón que atiende las diferentes obras hacia el Tolima”, explica Stefy Parra, jefe de planta de Argos.
Luego de la excavación y la estabilización de las fallas, la obra requirió del revestimiento de los túneles, que fue el otro gran reto de suministro, pues a este concreto es necesario hacerle controles permanentes, porque los gradientes de temperatura que hay a una altura de más de 2.600 metros sobre el nivel del mar varían entre el momento de la producción, el transporte y la instalación, además son concretos tan masivos que si no se logran disponerlos de buena manera, dándoles buena manejabilidad, al final pueden presentar fisuras y algún otro tipo de patologías en el concreto.
“Cuando hay retos tan grandes se tienen que tener aliados estratégicos, de lo contrario esto no se logra. Un aliado nuestro fue Argos con los que tuvimos dos centros de atención importantes y al final logramos advertir en los momentos necesarios mejoras en ciertos procesos en los que Argos siempre estuvo dispuesto a atendernos”, concluye Julio César Villota.
La obra más allá del túnel
Mientras el país celebra la puesta en funcionamiento del túnel de La Línea, en otros frentes trabajan para culminar las obras complementarias del proyecto del cruce de la cordillera oriental. Se trata de viaductos, túneles cortos y vías de doble calzada que conectan al túnel principal con los municipio de Calarcá en el departamento de Quindío y Cajamarca en el departamento de Tolima.
En esas labores, Argos mantiene el suministro de concreto para los tramos Tolima 1, que adelanta el consorcio La Línea 042 y el tramo Tolima 2, que está a cargo de la firma Concay S.A.
“Nuestro tramo contempla la construcción de seis túneles cortos, de aproximadamente 1,4 kilómetros y de seis puentes de 1,7 kilómetros de longitud. Además de la culminación del intercambiador Bermellón, que pasa por la boca del túnel de La Línea”, explica Miguel Velásquez, director de obra Consorcio La Línea 042. Estos tramos son la conexión del túnel con la vía principal y se calcula que estarán disponibles en el primer semestre del 2021.
Las labores del tramo Tolima 1 van hasta el peaje de Caramanta y allí se inician las de Tolima 2, que está a cargo de la firma Concay S.A. Son seis kilómetros que contemplan nueve túneles cortos, once puentes y 3,6 kilómetros de vías a cielo abierto.
“Para Concay es un orgullo participar en este importante y vital proyecto para Colombia, que significa la consolidación del corredor más importante del país”, comenta Fernando Yori, gerente comercial de Concay S.A.
De esta manera el país avanza en la consolidación de un corredor vial que representa un ahorro de 80 minutos en el viaje del cruce de la cordillera, lo que se refleja en importantes alivios para el gremio del transporte, que calcula en más de 200 mil pesos el ahorro de un tractocamión por cada trayecto. Cifra bastante significativa si contamos los 2.300 vehículos de carga que cada día pasan por este corredor vial.
Más importante aún es el alivio que la nueva obra representa para la seguridad vial, pues en este sector era habitual reportar siniestros en la carretera debido a sus malas condiciones.
Hoy, más de seis mil personas, entre ingenieros y obreros de la construcción que participaron en esta obra, se unen a todos los colombianos que aplauden la culminación del túnel que ahora se convierte en un orgullo para la ingeniería del país.



